Mc 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges - los Truenos -, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo, y Judas Iscariote, que lo entregó.
José María Castillo en www.somosiglesiaandalucia.net
1. Jesús sabía que un movimiento renovador, si no tiene un mínimo de organización, no dura mucho. Para realizar un cambio de verdad, no basta el entusiasmo de la gente. Por eso Jesús eligió a doce de entre los que habitualmente le acompañaban. El número doce establece una relación con las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28).
2. Con la designación de estos doce, Jesús indica su proyecto de renovar por completo al pueblo y su religión. No para suprimirla, sino para darle otra orientación. No una religión de poderes, exclusiones, imposiciones y cargas insoportables. Sino una religión en la que caben todos, como en el grupo de los doce, en el que había hasta pecadores (Mateo) o incluso revolucionarios (Simón Cananeo) y hasta sicarios violentos (Judas).
3. De esta elección no se pueden deducir otras consecuencias, como por ejemplo la elección de los primeros sacerdotes o de los primeros obispos. Jesús no pudo pensar en nada de eso en aquel momento. Todo eso fue el resultado de cambios que se produjeron, por lo menos, siglo y medio después de la muerte de Jesús.
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