(Lc 7,19-23): En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Llegando donde Él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’».
En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».
A la pregunta de quien era, Jesús responde con lo que hacía. Son las obras, las acciones, el quehacer de cada día, nuestras actitudes, lo que nos reconocerá como creyentes, y no el que nosotros lo digamos.
Nuestras obras serán la luz que ilumine las mentes que aun no ven. Y es que también en nuestra sociedad actual, el hombre moderno, está muy harto de palabras y propagandas, lo que hace es demandar hechos, testimonios, comprobaciones. Para muchos contemporáneos nuestros el único camino para reconocer a Jesús como liberador y redentor es que nos vean a nosotros liberados y redimidos. Nuestras vidas serán la mejor predicación .
El Adviento es un tiempo de esperanza, justo una virtud en la que todos ansiamos crecer en estos momentos donde todo se pone en crisis, hasta nuestro futuro y el de la humanidad. Y solo las obras, las decisiones son las que pondrán en marcha un futuro mejor para nuestros hijos. Pensemos en todas las deliberaciones, problemas y consecuencias del famoso cambio climático y lo difícil que es ser operativos en materias tan cruciales.
El deseo de Isaías: “Destilen, cielos, desde lo alto, y que las nubes derramen la justicia! ¡Que se abra la tierra y produzca la salvación, y que también haga germinar la justicia! “, que se lee hoy en la primera lectura de la liturgia, es el deseo de la humanidad y el canto común a la esperanza de nuevas acciones que nos lleven a vivir en condiciones de igualdad para todos los seres humanos. Y es que ayer como hoy donde se anuncia y llega la Buena Noticia a los pobres, llega el Reino de Dios
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