(Mt 21,23-27): En aquel tiempo, Jesús entró en el templo. Mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?». Jesús les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?». Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: ‘Del cielo’ , nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’. Y si decimos: ‘De los hombres’, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta». Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos». Y Él les replicó asimismo: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
Sumos sacerdotes, maestros de la ley, ancianos quieren saber qué autoridad tiene Jesús para hacerlo que hace. En el fondo tienen miedo a que El pueda tener más poder o se les pueda caer el suyo. Por eso, no solo se acercan a Jesús, sino que casi le piden el carnet de identidad. Algo que también nos suele pasar a todos nosotros. No somos admitidos en todos los ambientes, echados de uno, anulados de otro, perseguidos en alguno. Y en ocasiones quejarnos y protestar es perder el tiempo, se han ido haciendo con el poder humano y nos hacen el vacío o prescinden de nosotros. Jesús también quiso evadirse de estos temas, pero al final afrontó los problemas y subió a la Cruz.
Como comenta José Antonio Pagola: “Jesús no era sacerdote del Templo. Tampoco maestro de la ley. No había sido autorizado por nadie para anunciar el pueblo mensaje alguno. Era un trabajador de la construcción de un pueblo desconocido de Galilea. Su autoridad venía de Dios, lo mismo que la del Bautista. Y esto es lo que no quiere reconocer los sacerdotes del Templo. Nosotros no escuchamos a Jesús como escuchamos las palabras y opiniones de tanto hombres y mujeres importantes. Al escuchar a Jesús, estamos escuchando a Dios. Estamos escuchando su llamada, su amor y su perdón.”
Pero también Jesús, por su conocimiento de la realidad y de las personas, sabe actuar con astucia frente a aquellos que intentan ponerle zancadillas. Algo que debemos aprender sus seguidores, pues ser buenas personas tampoco es aceptar un trato injusto por parte de terceros.
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