(Lc 5,17-26): Un día que Jesús estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados».
Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?». Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te quedan perdonados’, o decir: ‘Levántate y anda’? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico- ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles
Vivir el Adviento es reconocernos como necesitados de salvación. Es reconocer nuestra situación, sabernos enfermos, débiles y esclavos y acudir así, a Jesús.
Porque El tiene poder... "¿Quien es este?" que cura los males del cuerpo y perdona los pecados, se preguntaban aquellas gentes.
Nosotros sabemos quien es. Por eso le buscamos...
"A quien iremos, Señor? le dijeron también sus mismos discípulos...
Como comenta José Antonio Pagola: “Jesús no era un médico profesional que curaba sólo enfermedades y dolencias del cuerpo. Los Evangelios lo presentan como un curador lleno de Dios que sanaba a las personas desde su raíz. Curaba los cuerpos y las almas. Liberaba de la enfermedad del pecado. Reconciliaba a las personas consigo mismas y con Dios.
Es lo que hace Jesús con aquel enfermo de Cafarnaún: Lo cura de su enfermedad y le ofrece el perdón de Dios.
Si le dejas entrar a Jesús en tu vidas, te curará de heridas, sufrimientos y dolencias que dañan tu cuerpo y tu alma.”
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