Lc 18, 1-8
“En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: “Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara”. Y el señor añadió: “Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra?”
José María Castillo en http://www.somosiglesiaandalucia.net/spip/spip.php?article1240
1. Jesús insiste en que los discípulos han de orar. Y han de orar siempre, sin cansarse jamás. Con esto, Jesús destaca la importancia de la oración en la vida. Porque todos en la vida, de una manera o de otra, por un motivo o por otro, nos vemos en la situación de la viuda que reclama justicia. Lo que ocurre es que, con demasiada frecuencia, no tenemos esa experiencia de seres necesitados, indigentes. Nuestra autosuficiencia nos incapacita para la oración. Porque ni sentimos lo necesaria que es.
2. La oración es eficaz cuando pedimos lo que, de verdad y en todo caso, es de “justicia”. La viuda no pedía caprichos, ni intereses, ni ganancias. La mujer, desamparada y sola (eso era lo que simbolizaba la”viuda” en aquella cultura), no pedía nada caprichoso ni superfluo. Pedía justicia, que le hicieran justicia, que se le concediera lo más fundamental que necesita todo ser humano. Es decisivo tener la convicción, la seguridad, de que, por más injusto que pueda ser este mundo, la oración nos consigue lo que de verdad necesitamos en la vida.
3. En definitiva, el problema es asunto de fe: la convicción de que nosotros no nos bastamos a nosotros mismos, es decir, la convicción de que más allá de los límites de la vida, hay una realidad última que es la que da sentido a nuestras vidas.
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