(Lc 12,1-7): En aquel tiempo, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, Jesús se puso a decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os mostraré a quién debéis temer: temed a aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. ¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos».
Simplicidad, sencillez, coherencia, búsqueda de lo esencial que está en el corazón son los llamados en los que en estos días nos incide el Evangelio, frente al aparentar, la hipocresía, la mentira, la falsedad y similares. Por eso lo importante no es el exterior, los que puedan matar el cuerpo, lo fundamental es lo que puedan destrozar nuestro interior y que nosotros los dejemos, sabiendo que, siendo como somos como los pajarillos, estamos en las manos de Dios. Tenemos un guía que nos conduce y nos orienta. Confiemos en El, en sus enseñanzas, en su Palabra, en una sabiduría que no va contra la propia naturaleza y sentido común de las cosas y de la vida.
Es uno de los grandes males de nuestro tiempo, y lo ha sido siempre: la hipocresía. De ella se han dicho cosas tales como : “No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto.”- Aristóteles- o tal es el daño que hace que se nos ha advertido: “Más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía.” –Angel Gavinet-. Pensadores de todos los tiempos han incidido en el sentir de Jesús contra este mal que, según Moliére, “es el colmo de todas las maldades”. A pesar de que muchos la pueden usar hoy como una virtud o arma política, hemos de estar siempre a su acecho para denunciarla y no quedarnos saturados de su vicio, pues la llamada es para todos los tiempos: Guárdense de la levadura de los fariseos
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