Extracto de la carta de los obispos de Bilbao con motivo de esta solemnidad
Queridos hermanos y hermanas:
1. En la solemnidad del Corpus Christi conmemoramos la presencia de Jesús como cuerpo entregado y sangre derramada para la vida del mundo (cfr. Jn 6, 51). El Señor es el pan de vida y en la Eucaristía se contiene el memorial del "amor «más grande», aquel que impulsa a dar la vida por los propios amigos”.
2. En este día del Corpus, la Iglesia celebra también el Día de la Caridad. Como afirma el Papa, "el amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios'", Por este motivo es necesario subrayar la dimensión social del Sacramento. Eucaristía y caridad desde la justicia son dos dimensiones de una misma realidad. Ello nos conduce a servir al prójimo con las mismas entrañas de amor y misericordia de Jesús".
3. El amor que se entrega y que sirve constituye un elemento esencial de la misión del cristiano y de la Iglesia. Para ello, "el amor necesita también una organización, como presupuesto para un servicio comunitario ordenado". En este sentido, Caritas constituye el rostro eclesial de la caridad.
4. Celebrar con verdad el día del Corpus Christi implica el servicio solícito a nuestros hermanos y el compromiso por atender sus necesidades. Constatamos con gozo que nuestra Iglesia particular es sensible ante el sufrimiento de quienes padecen de modo más directo las consecuencias de la crisis. Signo de ello es que ha aumentado en un 40% la colaboración económica de los fieles. Aun así, quienes dedican tiempo y disponibilidad personal para acoger a los hermanos necesitados se sienten desbordados y, en ocasiones, impotentes ante tanta demanda. A vosotros, voluntarios, socios, bienhechores y colaboradores, queremos dirigir una palabra de ánimo y profundo agradecimiento.
5. Con todo, más importante que el dar, es el darse: ''para que el don no humille al otro, no solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser parte del don como persona”. En este sentido, Cáritas necesita fortalecer su voluntariado; precisa de nuestro tiempo y de nuestra disponibilidad para acoger y mostrar el rostro más cercano y compasivo de la comunidad cristiana.
6. Junto a ello, no olvidemos la oración persistente y confiada: "Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá" (Mt 7, 7). La oración personal, familiar y comunitaria nos abren a la esperanza cierta y al amor sincero, para poder aliviar las situaciones dolorosas y recorrer los caminos adecuados para la resolución de la crisis y de sus causas más profundas. Vivamos atentos a las necesidades de quienes nos rodean. Contribuyamos activamente a la humanización de las estructuras en la medida en que tengamos responsabilidades en ámbitos económicos, políticos, financieros o sociales. Potenciemos el espíritu de participación y fraternidad.
7. Quisiéramos dirigir una palabra de aliento a quienes sufren directamente las consecuencias de la crisis. No os sintáis solos ni fracasados, sino más bien víctimas de un sistema económico centrado en el consumismo y el afán de lucro sin medida, que no respeta valores fundamentales tales como la dignidad de la persona humana, el valor del trabajo, la solidaridad y la fraternidad, la corresponsabilidad en el sistema económico y financiero, o el destino universal de los bienes. La Iglesia quiere estar con vosotros, para ser ánimo y aliento, compañía y ayuda, en la medida de sus posibilidades.
8. Queremos invitar a todos a la esperanza. Dios es nuestra esperanza cierta. Él mueve en nosotros el querer y el obrar. Por medio de la Eucaristía se nos da para que, al mismo tiempo todos seamos un don para los demás en el servicio fraterno y la edificación de un mundo nuevo. Pedimos para ello la intercesión materna y poderosa de la Virgen María. Ella, como Madre nuestra, cuida de nosotros y nos alcanzará del Corazón de su Hijo todo aquello que necesitamos.
Ricardo Blázquez, Obispo
Mario Iceta, Obispo Auxiliar
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