Mayo, mes en que los creyentes recordamos de manera especial a María de Nazaret, la que supo decir y haer "Hágase en mí según tu palabra"; la que supo dar el mejor consejo habido: "Hagan lo que El les diga". En su recuerdo y para nuestro compromiso traemos hoy a la contemplación de todos dos poemas del obispo español radicado en Brasil desde hace muchos años, Pedro Casaldáliga:
CANCION RECIENTE SOBRE MARÍA DE NAZARET
Tengo tres amores, tres: el Evangelio, la Patria Grande y el Corazón intacto de una mujer: la llena de Dios, tan nuestra, María de Nazaret.
Toquen o no las campanas -que el computador es ley-, todavía sigue hablando el arcángel Gabriel, Y le responde María con un colectivo amén. Y el Verbo se hace carne en el vientre de su fe.
Pasan, iguales, las horas sobre el serrín de José. La Biblia y los periódicos, juntos, se han puesto a leer. Y crece el Niño y el Reino y crece el Pueblo también. Pasan romanos y gringos y en ese imperial vaivén se llevan sueños y vidas, al Calvario, del Quiché.
Pero María y las madres rumian la paz de Belén, el polvo de Galilea, el sol de Genesaret, el gusto del pan partido y el ausente amanecer de la mañana de Pascua que siempre está por volver.
NIÑA DEL SÍ
Todo estaba pendiente de tu boca. Igual que si los hombres, de golpe, se sintieran con la vida en las manos, detenida, como un reloj callado y a la espera.
Como si Dios tuviera que esperar un permiso...
Tu palabra sería la segunda palabra y ella recrearía el mundo estropeado como un juguete muerto que volviera a latir súbitamente. Tú pondrías en marcha, otra vez, la ternura.
Orilla virginal de la palabra, niña del sí preñada con el Verbo, sin la más leve sombra de no, toda en el Día. Dios encontraba en ti, desde el primer albor de tus latidos, la respuesta cabal a su pregunta sobre la Nada en flor... Tú lo hacías dichoso desde el Tiempo. Tu corazón se abría como una playa humilde, sin diques fabricados, y en la arena sumisa de tu carne el mar de Dios entraba enteramente.
Niña del sí, perfecto en la alabanza como una palma de Cadés invicta; jugoso en la alegría rebrotada, como la vid primera; pequeño como el viento de un párpado caído, y poderoso como el clamor del Géresis.
Niña del sí desnudo, como un tallo de lirio bajo el filo implacable de la Gloria... Cuanto más cerca de la Luz vivías, más en la noche de la Fe topabas, a oscuras, con la Luz, y más hondas raíces te arrancaba tu sí, ¡niña del sí más lleno! Tú diste más que nadie, cuando más recibías, infinita de seno y de esperanza. ¡Tú creíste por todos los que creen y aceptaste por todos...! Creías con los ojos y con las manos mismas, y hasta a golpes de aliento tropezaba tu fe con la Presencia en carne cotidiana. Tú aceptabas a Dios en su miseria, conocida al detalle, día a día: en las especies torpes del vagido y en las especies del sudor cansado y en el peso vencido de la muerte...
¡Rehén de la victoria de la Gracia, fianza de la tierra contra el Cielo, gavilla de cordera, presentada y encinta! Porque has dicho que sí, Dios empieza otra vez, con tu permiso, niña del sí, María. Las alas de Gabriel abren el arco por donde pasa entera la Gloria de Yahvé. El arca de tu seno, de madera de cedros incorrupta, viene con el Ungido. La Primavera acecha detrás de Nazaret, regada por el llanto, y sobre las banderas blancas de los almendros el trino de tu voz rompe en el júbilo, humildemente solo.
Nota: Estos y otros poemas sobre María, así como reflexiones suyas en torno a Ella, podemos encontrarlos buscando "Página de Pedro Casaldáliga" en Google
|