(Mc 8,11-13): En aquel tiempo, salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal». Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
Todos hemos pedido alguna señal en uno u otro momento de la vida. Se resume en aquel dicho famoso de “si no lo veo, no lo creo”. Como Santo Tomás. Y hoy, en este momento de nuestra vida, sobre todo si son momentos difíciles y oscuros, con más intensidad podemos estar haciéndonos este cuestionamiento. Necesitamos alguna demostración, alguna señal.
Jesús nos advierte de que las señales no nos vendrán desde fuera, sino desde nosotros mismos, desde nuestra capacidad de leer la vida y los acontecimientos, de saber discernir, de intentar observar con una mirada positiva. Igual es eso lo que habremos de pedir: que tengamos la capacidad del discernimiento. Algo similar pedimos cuando decimos “hágase tu voluntad”.
Por otra parte, los hechos, sus palabras y, sobre todo, la coherencia de su vida, la de Jesús, es una buena señal para nuestras vidas y la historia de nuestro mundo.
Carlos Carretto oraba así, y viene al caso: "Señor, no quiero milagros. Mi fe estaría enferma si los quisiera. Ya no sería fe, sino evidencia. Quiero descubrirte en las acciones sorprendentes de caridad y amor que contemplo cada día".
(Mc 8,11-13): En aquel tiempo, salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta generación ninguna señal». Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
Todos hemos pedido alguna señal en uno u otro momento de la vida. Se resume en aquel dicho famoso de “si no lo veo, no lo creo”. Como Santo Tomás. Y hoy, en este momento de nuestra vida, sobre todo si son momentos difíciles y oscuros, con más intensidad podemos estar haciéndonos este cuestionamiento. Necesitamos alguna demostración, alguna señal.
Jesús nos advierte de que las señales no nos vendrán desde fuera, sino desde nosotros mismos, desde nuestra capacidad de leer la vida y los acontecimientos, de saber discernir, de intentar observar con una mirada positiva. Igual es eso lo que habremos de pedir: que tengamos la capacidad del discernimiento. Algo similar pedimos cuando decimos “hágase tu voluntad”.
Por otra parte, los hechos, sus palabras y, sobre todo, la coherencia de su vida, la de Jesús, es una buena señal para nuestras vidas y la historia de nuestro mundo.
Carlos Carretto oraba así, y viene al caso: "Señor, no quiero milagros. Mi fe estaría enferma si los quisiera. Ya no sería fe, sino evidencia. Quiero descubrirte en las acciones sorprendentes de caridad y amor que contemplo cada día".
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