(Mc 8,1-10): En aquel tiempo, habiendo de nuevo mucha gente con Jesús y no teniendo qué comer, Él llama a sus discípulos y les dice: «Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos». Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?». Él les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos le respondieron: «Siete».
Entonces Él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos pocos pececillos. Y, pronunciando la bendición sobre ellos, mandó que también los sirvieran. Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete espuertas. Fueron unos cuatro mil; y Jesús los despidió. Subió a continuación a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
La pregunta sigue en pie: ¿Cuántos panes tienen? Y sigue estando vigente, dirigida a nosotros, y máxime en estos tiempos. Pues eso que tenemos, a compartirlo. El milagro del compartir, le hemos llamado cada vez que nos aparece este texto del evangelio. La prueba del amor. Se demuestra con hechos, no con buenas palabras. No podemos resolver el problema del mundo, no. No, cada una personalmente. Pero aquella de Teresa de Calcuta cabe aquí también. Recordemos lo que decía que una gota de agua no puede decir al océano que prescinda de ella. Si se lo dicen todas las gotas nos quedamos sin océanos. Cada uno de nosotros es esa gota que puede hacer real el milagro del compartir, el milagro del amor.
Eso es lo que también hoy se hace en nuestro mundo a través de múltiples organizaciones sociales en los países mas desfavorecidos: Canalizar proyectos de desarrollo en los países mas desfavorecidos con la solidaridad de los que tienen algo más y no les falta para comer.
A ese deseo que se va haciendo realidad en muchos sitios y lugares, también alrededor nuestro, da forma como poesía una amiga Francoise Marie Bernard que lo expresa así:
HE SOÑADO DE EL
Los sueños estàn imprévisibles
Y muchas veces inexplicables,
Y la vida nos procura blancos
A los cuales se regala vocablos…
He soñado de él, prudentemente,
En la madrugada, sin poder escaparme…
Decentemente, yo le hablaba
Del mundo de los poderes…
Cambiábamos ideas y soluciones
Para dar al mundo
Una nueva dimensión,
Librándolo de esta guerra infecunda…
Hablábamos de cariño y de humanidad,
De las cosas que quedan por hacer
Para proteger a nuestros hijos,
Contra los seres inmundos que acoge nuestra Tierra…
Hablábamos de sensibilidad y de valor
Para pueblos indefensos,
Que siempre son presas de corazones sin repartos,
Abusando de ellos, bajo todas las formas de ofensas…
Soñó de él horas enteras,
Pero fue en nada, por quimeras,
Compartíamos los dos, esperanzas sinceras,
Para una humanidad privada de amor y en ira…
Soñó de ti,
Y no pudo arrancarme de tu imagen,
Tus proyectos hablándome a veces
Para despertar mi alma demasiada cuerda…
He soñado de ti, de tus empeños,
Quisiera ayudarte pero no se cómo…
He soñado de ti y de todo lo que queda por hacer,
Un día participare, regalando mi corazón humano y sincero…
Françoise Marie BERNARD
El 18 de julio de 2007
www.geocities.com/poemasesmeralda/Entree
|