(Mc 7,24-30): En aquel tiempo, Jesús partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido, sino que, en seguida, habiendo oído hablar de Él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies. Esta mujer era pagana, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio. Él le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños». Él, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija». Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.
Era una mujer pagana, sirofenicia de nacimiento. No tenía nada que ver con el pueblo judío, con los que se consideraban elegidos. No era de la familia, no era del grupo, no era de los propios. Y se siente con la confianza de acercarse a Jesús. Y es atendida por el Maestro, y valorada además.
Por lo general llamamos paganos, seguimos haciéndolo, a los que no piensan como nosotros, a los que no creen, incluso considerándolos explícita o implícitamente como inferiores a nosotros. No siguen nuestras leyes y costumbres, están fuera de la órbita. Y, al estar fuera de nuestro alcance normal, de nuestras prácticas normales, los consideramos incluso inmorales. Y pretendemos que, para que se consideren buenos, sean, piensen y actúen como nosotros. De hecho ha habido momentos en la historia en que la mujer por el hecho de pensar y de opinar se le consideraba fuera de la lógica común y hasta se le llamaba bruja. La de cosas en las que hemos puesto en primer lugar la ideología, la costumbre, la moda del momento, la cultura de la época, por encima no solo de la fe en un Padre de todos, de todas las nacionalidades y de todos los orígenes y condiciones, sino del propio sentido común.
Con frecuencia en la actualidad de nuestros tiempos tenemos noticias y hechos donde se nos sigue confirmando esa misma actitud: culturas y costumbres nuestras mejores que las de los demás y tratando de imponerla, hasta por leyes civiles, a los otros. Basta nuestra conciencia. Basta la conciencia de cada una. De todos puede salir algo bueno. De todos podemos aprender. Todos tenemos la capacidad de enseñar algo nuevo.
No cabe duda que Jesús aparte de anunciar un Reino con un orden nuevo diferente era una persona inteligente y adelantada a sus tiempos y costumbres. “Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija”.
|