(Mc 4,35-41): Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».
Una barca. El vaivén del mar. Las tempestades o borrascas. El trabajo del Maestro. El miedo y el ánimo. El temor y el respeto. El nacimiento de la confianza. Cosas todas, junto a otras, que aparecen en el texto de hoy y que se repiten en el Evangelio. Quizá nos indican que nuestra vida es como una barca en el mar, con un patrón que nos da confianza pues su trabajo es constante y serio. Algo que nos ha de infundir ánimo, pues tormentas y borrascas no nos faltan. A las de cada día, a las personales e íntimas hemos de añadir en estos momentos la crisis económica, a nivel internacional, que parece rodearnos. Frente a ella, compañera de nuestra barca, no en clima de bonanza, sino como una tempestad, y junto al trabajo serio y coordinado que hemos de hacer en cada región o lugar no nos debe falta la actitud a la que nos anima el Evangelio de hoy: no ir con tanto miedo, o al menos no caminar y vivir solo con miedo. El miedo es la tormenta, pero la confianza en un futuro mejor y diferente no nos puede abandonar. Pereceríamos en grado sumo. Ha habido momentos en la historia del cristianismo y de la humanidad en que las olas parecían romper la barca. Sin embargo, aquí estamos y seguimos.
Según expresa L. Boff (http://www.redescristianas.net/2009/01/31/la-cosmologia-de-la-dominacion-en-crisisleonardo-boff-teologo/ ) :” La Tierra, según renombrados cosmólogos y biólogos, es un planeta vivo –Gaia– que articula lo físico, lo químico, lo biológico de tal forma que el resultado es siempre favorable a vida. Todos sus elementos están dosificados de una forma muy sutil como solo un organismo vivo puede hacerlo. Solamente a partir de los últimos decenios, y ahora de manera inequívoca, da señales de estrés y de pérdida de sostenibilidad. Tanto el universo como la Tierra se muestran guiados por un propósito que se revela por la emergencia de órdenes cada vez más complejas y conscientes.
Nosotros mismos somos la parte consciente e inteligente del universo y de la Tierra. Por el hecho de ser portadores de estas capacidades, podemos enfrentarnos a las crisis, detectar el agotamiento de ciertos hábitos culturales (paradigmas) e inventar nuevas formas de ser humanos, de producir, consumir y convivir. Es la cosmología de la transformación, expresión de la nueva era, la era ecozoica.
Necesitamos abrirnos a esta nueva cosmología y creer que aquellas energías (expresión de la suprema Energía) que están generando el universo desde hace más de trece mil años están también actuando en la presente crisis económico-financiera. Ellas ciertamente van a forzarnos a un salto de calidad rumbo a otro modelo de producción y de consumo, que efectivamente nos salvaría, pues sería más conforme a la lógica de la vida, a los ciclos de Gaia y a las necesidades humanas.”
Parece una teoría científica lo que nos plantea, y en el fondo nos llama a la misma actitud y realismo que el texto evangélico del día.
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