(Mc 3,20-21): En aquel tiempo, Jesús volvió a casa y se aglomeró otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de Él, pues decían: «Está fuera de sí».
Ni los suyos mas cercanos, ni los mas próximos, ni sus familiares llegaron a entenderlo. Como muchas veces también no entendemos nuestra forma de relacionarnos con El y de agradarle. Esta fábula que adjuntamos, y cuyo autor desconocemos, que nos viene de mano de la amiga Luna podrá ayudarnos a situarnos en ese contexto, de que aunque no nos entiendan los que nos rodean habremos de seguir siendo fieles a nuestra conciencia y practicando el seguimiento de Jesús.
LA MANERA DE AGRADAR AL SEÑOR
Cierto novicio se acercó al abad Macario y le pidió consejo sobre la mejor manera de agradar al Señor.
- Vé hasta el cementerio e insulta a los muertos -le dijo Macario.
El hermano hizo lo que se le ordenó. Al día siguiente, volvió a visitar a Macario.
- ¿Y ellos te respondieron? -preguntó el abad.
El novicio le contestó que no.
-Entonces vuelve allí, y elógialos.
El novicio obedeció. Esa misma tarde, volvió con el abad, que nuevamente quiso saber si los muertos le habían respondido.
- No - dijo el novicio.
Para agradar al Señor, compórtate de la misma manera -le indicó Macario. - No hagas caso del desprecio de los hombres, ni de sus elogios; de esta manera, podrás construir tu propio camino.
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