En aquel tiempo, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: «Sígueme». Felipe era de Bestsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ése del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». Le dice Felipe: «Ven y lo verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Se fija en las personas en concreto, con nombre y apellidos, con su historia y su ambiente, con sus condicionantes y sus peculiaridades, con sus dudas y limitaciones. Antes que ellos se dirigieran a El o tuvieran un contacto personal, ya el Maestro se había fijado en sus características y de talles –desde que estabas debajo de la higuera te ví-.
Hoy también Jesús pasa y llama. Pero lo hace de mil maneras diferentes, como en aquel entonces. Lo único es que hay que estar atento para escucharle. Pues pasa y llama en la lectura pausada del Evangelio, lo hace también a través de los acontecimientos de la vida, en el descubrimiento del dolor, en el encuentro y confidencia con un amigo, en el deseo de hacer el bien, en el trabajo de cada día, en la lucha por la justicia, en la crítica a las acciones injustas y violentas que vemos cada día, en el amor que podemos sentir por los demás, en el secreto del corazón, en el rato de introspección y de oración que podamos tener. Hoy Jesús sigue pasando y llamando.
También hace llamadas desde los acontecimientos colectivos como la crisis que vivimos –he venido a traer la liberación-, o desde acontecimientos bélicos como la guerra en Palestina – he venido a traer la paz-. Por eso también en la medida en que somos conscientes de la necesidad de construir un nuevo orden mundial cuyos cimientos sean la cooperación y la solidaridad estaremos siguiendo el llamado del Maestro. En la medida que colaboremos en todas aquellas acciones que pongan a los mas desfavorecidos como protagonistas de la historia, que reconozcamos los derechos humanos y libertades a los más excluidos entre ellos los inmigrantes, en la medida que activemos las mejores tradiciones de igualdad, justicia y solidaridad estaremos respondiendo a la llamada del Señor para que le sigamos en la historia real y concreta de cada día, y no en las nubes del aislamiento ante cualquier problema colectivo, personal y social que nos toque vivir.
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