(Lc 2,16-21): En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.
Lo encontraron acostado en el pesebre. Lo pobre, lo sencillo, lo humilde, lo de cada día, la pequeñez. De ahí nacerá y florecerá la grandeza.
Dieron a conocer lo que vieron. El seguimiento, el apostolado, el testimonio, el expresarnos, el dar ejemplo.
María guardaba todas estas cosas en su corazón. El silencio, la contemplación, la escucha, la interiorización, la introspección, el aprender.
Toda una serie de actitudes que se desprenden del Evangelio de hoy y que nos pueden servir de buenos deseos, propósitos o programas para nuestra vida creyente del 2009.
Comenzará en pocos días la vida normal y nos olvidaremos de estos mensajes, entre ellos del pesebre. Para que lo tengamos en cuenta, acompañamos hoy un poema realista sobre dicha imagen evangélica, traspuesta a nuestros días que puede hacernos bien:
La palabra de Dios es pesebre La palabra de Dios es pesebre, pone en riesgo la comodidad, intemperie que hiere el camino frágil de toda fragilidad; infancia amenazada de Herodes, pobreza por aquí y por allá.
La grandeza de Dios se hace niño, la luz brilla en la oscuridad, una luz que no es de artificio sino suave y tenue claridad, que no ilumina en marquesinas sino a aquellos que quieran mirar.
No tuvo rating ni fue a la tele, no hubo aplausos ni publicidad, los pastores, únicos testigos, la pobreza de Dios es su plan; porque si quiere llegar a todos, por los últimos debe empezar.
En su hijo que nos regala Dios se hace Padre universal Madre de todos y de todas pesebre que busca anidar, casa de los pobres siempre abierta mesa tendida con vino y con pan.
Los palacios no entienden nada se arman y ponen a temblar, ¡matemos al niño!, reclaman ¡la edad de imputabilidad!, que naciendo entre los pobres muestra dónde es que Dios nos quiere hablar.
La palabra de Dios es pesebre, allí lo podremos escuchar, entre llantos, pañales y risas, sin trineo ni para jugar, pobre, nacido entre los pobres, porque ese siempre es su lugar.
http://www.pagina12.com.ar/diario/mitologias/27-117439-2008-12-29.html
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