(Mt 7,21.24-27): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
Muchas veces escuchamos que se dice “soy creyente, pero no practicante” refiriéndose a que cree en Dios y en su Palabra pero no va a Misa o no asiste a cultos religiosos. Por lo que se deduce del texto evangélico de hoy no practicante sería que el que no vive y realiza la Palabra de Dios: el que dice mentiras, el que es injusto, el que practica el odio, el que aborrece a su hermano, el que no ayuda a los demás, el que es ambicioso, el egoísta, el que no confía en el Padre, el que no pone su vida en contraste con los valores evangélicos, el que no conversa con Dios. Podrá ir a Misa todos los días, pero si no hace la voluntad del Padre está edificando sobre arena, y arena movediza.
Y es que la fe si no tiene obras, está muerta –dice el apóstol-, y de ello se hace eco el refrán: Obras son amores y no buenas razones. Escuchar y cumplir. No basta haber nacido en España o en un país latino con ascendencia cristiana, no basta la sociología ni la rutina, no es cuestión de moralismos o sentimentalismos. Es una adhesión personal a Alguien, en este caso a Cristo, que deriva en seguimiento de su persona y consiguientemente de su mensaje. En frase de alguien “me acerqué a la Palabra, la Palabra me descubrió a Cristo, y Cristo me ha transformado por dentro y me impulsa a actuar”.
La fe es una respuesta a Dios hecha con amor, constancia y poniéndola en práctica día a día, momento a momento, en todas las situaciones. San Pablo también insiste en ello, nos compara con atletas, con deportistas: “¿No saben que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? Corran, pues, de manera que lo consigan”. O sea que incluso, nos habla de una acción, de un actuar con calidad. Así pues cuando digamos soy creyente y practicante a partir de ahora, tengamos en cuenta de qué estamos hablando.
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