(Mt 11,28-30): En aquel tiempo, Jesús dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
Lo ha repetido en varias ocasiones en este último tiempo. Los textos, su contenido, su mensaje se repite. Parece hecho a propósito en una época de crisis económicas, de inseguridades, de riesgos laborales, de problemas en la nutrición mundial, de situaciones personales depresivas, enfermedades, conflictos a todos los niveles, injusticias que nos duelen y un largo etcétera que nos ponen de manifiesto la dureza de la vida. El nos insiste que no tengamos miedo, que con El tendremos descanso, que pongamos en sus manos nuestras fatigas y sobrecargas, que su yugo es suave, que aprendamos de El, manso y humilde de corazón.
Sea cual fuese nuestra situación personal, social o familiar en este momento, incluso la política de allá donde vivamos, analicemos ese hecho y pongamos ello en contraste con las palabras de Jesús.
La propuesta de Jesús es clara: analicemos nuestra realidad personal y social en el interior de su persona, de su mensaje, desde el interior de nuestra fe. Si vivimos una situación complicada, si estamos sobrecargados o nos sentimos abrumados, descubramos para que quiere entrar el Maestro en nuestras vidas. Vengan a mí que Yo les daré el descanso. Es un compañero de fatigas, pero muy especial.
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