(Jn 21,20-25): En aquel tiempo, volviéndose Pedro vio que le seguía aquel discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?». Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme». Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga».
Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran.
Es el trozo final del evangelio de Juan, donde el propio evangelista tiene un protagonismo especial desde su experiencia de haberse sentido querido personalmente por Jesús. Y nos dice que también muchas otras cosas hizo y dijo Jesús que no cabrían escritas en un libro.
Y a lo largo de la historia esta afirmación podría seguirse repitiendo, pues Jesús de Nazaret es la figura histórica más importante que ha pasado por nuestro mundo. Creyentes y no creyente coincidimos en que es una de las personas cuyas palabras y acciones mayores influencias han tenido en la vida de los pueblos. En El se han inspirado muchísimas personas y muchísimas religiones. Europa misma ha tenido una inspiración cristiana, como la tiene América Latina y muchísimos países africanos, sea cual fuere la religión, creencia, grupo o movimiento. Es difícil sustraerse a los valores de su enseñanza. Mas allá de la divinidad y de la apertura a la trascendencia su significado de la vida e incluso de la muerte han quedado sujetos en la conducta de los seres humanos. Si nos trasladamos a la misma declaración universal de los Derechos Humanos detrás de ellos veremos los valores que el Evangelio nos inculca: la verdad, la igualdad, la justicia, la libertad, el amor, la solidaridad, la fraternidad. El Evangelio es también un libro que nos enseña siempre las segundas oportunidades que tenemos en la vida: podemos equivocarnos, podemos ser egoístas, podemos fallar, pero siempre hay una mano tendida que nos abre su corazón y nos impulsa a seguir caminando. La esperanza ha quedado abierta con las enseñanzas del Nazareno. El Dios que nos presenta es un Dios amigo, cercano, presente en la historia. La misericordia que predica es un aliento y un estímulo. Todas estas cosas se han ido haciendo presentes en valores y acciones de millones de personas. Por eso hoy sigue siendo válido lo de “muchas otras cosas hizo Jesús que si se escribiesen una por una, este mundo no podría contener los libros”
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