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23 de Abril, 2008


Yo soy nosotros

(Jn 15,1-8):   En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos

 

Está conversando con sus amigos, y les cuenta sus intimidades. Lo bueno y lo no tan bueno. Ustedes ya están limpios, permanezcan en mi y darán mucho fruto, pero si no permanecen unidos vendrá a ser como el sarmiento que se corta y se separa de la vid y consiguientemente se seca. Lo dicho siempre, desde diferentes ópticas y maneras: apostar por el cristianismo es una opción personal.

 

Pero el sarmiento no solo está unido al tronco, sino también al resto de ramas, y juntas forman la vid. Así nosotros, unidos al tronco y a los demás sarmientos. Sin formar parte de ese todo, somos como un palo seco. Parece ser Hegel quien afirmara aquello de “Yo soy nosotros”. Más allá de religiones y creencias, la filosofía en este caso también coincide con las verdades del Maestro. Con frecuencia hemos comentado que las enseñanzas de Jesús obedecen en la mayoría de las ocasiones al sentido común. Y que nada que vaya contra el sentido común puede estar a favor del Evangelio. Decir “yo soy nosotros”, es como decir “estoy unido a la vid”, “Yo soy la vid”, “Yo soy los otros”. La imposibilidad, la incompetencia, el egoísmo, la comodidad nos podrán impedir esta unidad en ocasiones, pero a ella estamos llamados.

 

Las reflexiones siguientes de Luis Lojero que en su blog filosofa sobre esta realidad nos podrán ayudar a descubrir como Jesús es la vid y nosotros los sarmientos, pero los sarmientos no van cada uno por su lado:

 

 

“¿Es hoy, éste y el siguiente un mes en el que deba sentirme orgulloso de mi patria? Pero si puedo observar las bombas explotando por los caminos que costaron tanto trazar, esos caminos que llevan a mi antigua escuela, al trabajo, al básico alimento diario. Esos hechos por mi viejo yo, por esas manos de tata, de bisabuelos que tenía.

 

Me siento culpable y muy ofendido pues yo son ellos y ellos bien que soy yo. He sido de victoria a obrador de salinas, de vendedor cojo a la Santa, de la cruz. Calderas grandes, perfidias, cádenas y zorras de sembradío de un indio zapoteco. Todos somos yo. No quiero ya mentir con el pronombre, ellos, él y ella. Tú ni siquiera existes. Eso lo he reiterado hasta cansarme aunque erré crasamente, olvidé la otra mitad del círculo, esa que asciende.

Tú no existes pues ese soy yo. Y si tú no estás, tu plural nunca lo estuvo. No hay más de uno, no hay dogma en soy. Gao lo ha dicho, nosotros es el pronombre más débil, el más irresponsable.
Ahí está mi peor daño.

 

Seré todo y a ello deberé atenerme. Mujer, hombre y niño. Soñador y realista con ambas manos, izquierda y derecha en el trabajo. Soy prostituta, víctima, raptor y madre. Policía, salvador, pueblo y élite. De a pata, caballo y también rueda siendo. Soy yo, simplemente yo. Soy indígena de tierra y empresario de acero. Soy una gran escritora, soy alumno mío, maestra que alumbra. Soy el verdugo, virus y vacuna de mi cuerpo, soy YO y nadie, absolutamente nadie más que yo. Soy el pasado y seré lo que soy.” (http://lojero.blogspot.com/2006/08/nosotros-nada-yo.html)

 

Por María Consuelo Mas y Armando Quintana - 23 de Abril, 2008, 10:45, Categoría: Comentarios al Evangelio
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