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13 de Abril, 2008


Yo soy la puerta

(Jn 10,1-10):  En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

 

Yo soy la puerta, el único lugar por donde se puede entrar al Reino, y no se la puede bordear ni utilizar otra entrada. Lo comentábamos ayer. Ser creyente es hacer una opción por Jesús. Yo soy el camino, la verdad, la vida, nos dirá en otra ocasión. Yo soy el pan de vida, nos ha repetido en días pasados. Jesús es el eje central del Evangelio, de la historia de los creyentes, de los testimonios de aquellos que nos han precedido, de las lecturas sobre el misterio cristiano, de la teología de los grandes pensadores. Jesús de Nazaret es el eje central que también aglutina desde la admiración y el seguimiento de su conducta de mucha gente en el mundo que no se siente cristiano desde la perspectiva religiosa, pero que lo considera como un ejemplo a imitar.

 

Para nosotros es también nuestro guía, sabiéndonos conducidos por El sabemos que andamos por el buen camino. Es nuestro pastor, nuestro Buen Pastor. Por buenos caminos nos habrá de llevar, y cuando estemos al borde del precipicio allí estará El empujándonos hacia atrás, cuando nos quedemos sin agua allí aparece El orientándonos en el camino a tomar para calmar nuestra sed, cuando vayamos descarriados volverá a indicarnos los senderos por donde ir. Es el pastor que nos conduce a la puerta por donde entrar a su Reino. Confianza absoluta en su persona.

 

Pero es también quien nos hace sus seguidores, para que seamos pastores de otros y pequeños porches o lugares de entrada a la puerta grande. Confianza y optimismo se dan la mano con compromiso y esfuerzo. Así vamos andando, haciendo camino al andar, con serenidad pero con seguridad, pues El es nuestro pastor que, conociéndonos uno a uno, nos conduce a la puerta real, que es El mismo, a veces estrecha e incómoda pero que da entrada a un salón espacioso y confortable.

 

Puede que las imágenes pastoriles no casen con la modernidad de nuestra civilización y de las nuevas tecnologías. Pero, recordando y haciendo memoria, podemos actualizar cosas importantes de los pastores para traerlas a nuestra época, y una de ellas es que conocen a sus ovejas una a una. Y ese es el Buen Pastor: nos conoce uno a uno, con nuestro nombre y apellido, puede que también con nuestro email o nuestro nick, pero ciertamente con nuestros logros y debilidades, con lo positivo de nuestras vidas y con nuestros errores y fracasos, con nuestros buenos deseos y con las motivaciones mas egoístas que hemos podido tener, y así como somos, sigue siendo nuestro buen pastor que nos quiere seguir conduciendo a la puerta grande de entrada que siempre está abierta de par en par.

 

 

Por María Consuelo Mas y Armando Quintana - 13 de Abril, 2008, 12:20, Categoría: Comentarios al Evangelio
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