(Mt 11,2-11): En aquel tiempo, Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».
Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Éste es de quien está escrito: ‘He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino’. En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él».
La fe sin obras es fe muerta, nos dice el Apóstol. Es uno de los principios claves del Evangelio y de nuestra creencia. No basta decir, Señor, Señor. Por eso Jesús responde a la pregunta de Juan haciendo un balance de sus obras, y sus obras tienen que ver con el cambio de las personas y con el cambio del mundo, con la subversión de los valores –y sobre todo se anuncia a los pobres la Buena Nueva-. Hoy los políticos hablan de que gobiernan para las personas, y nos lo repiten en las campañas electorales, pero al final de su mandato no pueden decir que la pobreza haya dejado de existir. Al contrario, el número de pobres sigue aumentando en el mundo, y las diferencias entre el Norte y el Sur se hacen cada día mas abismales. Cuando Jesús habla de sus curaciones en concreto, está explicando que se ha dedicado a luchar contra el mal. Este es uno de los criterios de calidad que nosotros hemos de medir en cada uno de nosotros mismos y en nuestras comunidades cristianas si nos preguntaran: -¿Son Ustedes seguidores del Mesías?. Nuestras obras tienen que ser las que digan quienes somos, qué creemos, qué queremos, cuál es nuestro compromiso. No necesitamos otras credenciales. Nuestro modo de vivir, de practicar la caridad, de acoger a todos, ahí estará el testimonio que tantas veces decimos queremos dar. Todo lo demás son palabras y Jesús se las ahorró con los discípulos de Juan.
Y por otro lado sigue Jesús elogiando la figura y la acción de Juan, después de preguntar a la gente por el mismo. No deja de reconocer que gracias a Juan se encontró preparado el camino. Reconoce que es su mensajero. Nosotros también en este tiempo de Adviento estamos llamados a ser otros Juan el Bautista que preparen en la sociedad la venida del Mesías. Igual estamos mas ocupados en el consumo a que nos invita esta sociedad profana que en la misión que se nos ha asignado como creyentes. Cambiar el sentido actual que está teniendo la Navidad en nuestras sociedades es todo un reto. Pues todos sabemos que es algo más que las bombillas de colores, que los árboles y los regalos.
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