(Mt 11,11-15): En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga».
Hoy Jesús nos presenta su valoración positiva de Juan el Bautista, pero siendo importante su papel histórico y su actitud como persona y seguidor del mensaje de Dios, cualquiera que siga los pasos de Jesús, con su mensaje renovador es todavía mayor. Juan es el último de una muy larga estirpe de profetas, que pasaron por los tiempos siendo pregoneros de Dios, pero era un Dios lejano. Con Jesús, Dios se mezcla en la historia y se hace uno más de nosotros. Juan no tuvo miedo de gritar la verdad, no supo del respeto humano ni la cobardía y si tenía que enfrentarse a los poderosos lo hacía. Por eso murió. Por eso puede ser también un modelo para los cristianos apóstoles de hoy, para los que queremos ser comprometidos y a veces agotamos el compromiso en la prudencia, para los que buscando el momento más oportuno escondemos nuestra cobardía con verdadera maestría.
Eso sí, tanto Juan, la historia nos lo dice, como nosotros, nuestra experiencia personal puede hablar, hemos de hacer un esfuerzo con nosotros mismos, siempre hay algo a lo que renunciar, es, como hemos comentado en otras ocasiones, un nadar contra corriente. Por eso el Reino sufre violencia y los violentos lo arrebatan. No los que se pelean con los demás o hacen matanzas, sino los que son capaces de morir a si mismos. Es una violencia interior que logra el nacimiento del hombre nuevo. Porque las cosas cuestan, y hay que luchar para superarse. Eso pasa en todos los órdenes de la vida, pasa también en el crecimiento interior y espiritual. Por eso, con toda la importancia que tiene la persona de Juan el Bautista, también la tenemos nosotros hasta el más pequeño en el Reino de Dios.
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