(Mt 11,28-30): En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».
A veces nos desanimamos, nos cansamos, no vemos los frutos de nuestro trabajo, las dificultades arrecian. La espera no se hace fácil ni sencilla. Necesitamos motivarnos. Alguien que nos empuje y nos mantenga en la lucha. Ante la fatiga y la sobrecarga el que es manso y humilde corazón nos ofrece su apoyo. Aunque nos quejemos: mi yugo es suave y mi carga es ligera.
El nos conoce. Sabe de todo eso: de nuestras flaquezas y rutinas, de nuestros cansancios y desesperanzas, de nuestras desilusiones y aburrimientos, de nuestras ganas a veces de echarlo todo a rodar, de cómo nos pesa ese montón de pequeñeces o piedrecitas que encontramos en el camino y que unas veces ponemos nosotros y otras ponen los demás. Nos conoce y lo sabe todo. Por eso una vez más se adelanta y nos dice que si nos pasa algo de todo ello vayamos a El, y que si amamos todo es llevadero y ligero.
Si alguien conoce de dificultades y contratiempos, de esperas y de soledades y, sin embargo, esperó contra toda esperanza con su disponibilidad siempre pronta a lo que fuera es María de Nazaret. Hoy nuestros hermanos mexicanos la recuerdan como Ntra Sra de Guadalupe y están de fiesta. Que Ella nos conduzca al Mesías y nos acerque también un poco más a los otros.
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