El sentido del humor es una de las cualidades
para destacarse en la vida.
Se consigue viendo todo desde un ángulo
muy especial: el ángulo de la alegría.
Cuando se tiene optimismo, esperanza y deseos de vivir,
se tiene entusiasmo, motivaciones y sociabilidad.
Además, si tú agregas sentido del humor, jocosidad
y agradabilidad, te permitirá convertirte en una mejor persona.
Cuando se tiene ese sentimiento especial por el cual se ve
el lado simpático y gracioso de las cosas y se ríe uno
sin ofender a nadie, sin destruir, sino simplemente por reír
y festejar un poco las situaciones que nos da la vida,
usamos nuestro sentido del humor.
El sentido del humor es un gran remedio para las tensiones;
uno es capaz de reír en medio de las preocupaciones,
del trabajo fuerte y del dolor que producen las espinas de la vida.
El sentido del humor es ver la vida no tan dramática,
no tan conflictiva, no tan tensa.
Reír es añadir a nuestro convivir, a nuestro existir,
un aire especial de alegría.
Reír es provocar un entusiasmo especial en el ambiente
y extraer de la vida su néctar de festividad.
Reír es hacer del mundo un lugar de convivencia pacífica,
de manifestar que somos pacíficos, que no queremos
ser agresivos, que no apretamos los dientes en señal
de cólera ni empuñamos las armas de la violencia.
Reír es demostrar al mundo que se puede
ser feliz con la paz y el amor.
El que ríe sanamente es un hombre bueno.
La sonrisa y la risa nos permiten demostrar
con nuestro rostro que somos amantes de la paz,
que no somos violentos y gustamos de la gente.
La risa nos permite, en medio de nuestras responsabilidades
y dolores, ver la vida no tan seriamente, no tomar todo
"tan a pecho", sino dentro del más sano juicio, relativizar todo
y darnos cuenta que sólo hay un absoluto: Dios.
Aprender a reír es aprender sabiduría.
Las personas sonrientes y de buen humor donde quiera
que van son un bálsamo que calma las heridas, son alegres,
entusiastas y en cualquier parte suavizan tensiones.
Son personas que provocan terapia emocional
comunitaria, en la que todos comienzan a sentirse
mucho mejor de lo que son.
Sonríe hasta que notes que la constante seriedad
y sobriedad han desaparecido de tu vida.
Sonríe hasta producir en tu corazón alegría.
Irradia tu sonrisa a los demás hasta que
provoque la sonrisa en otros.
La sonrisa produce muchas veces el milagro de hacer
que el prójimo deje de llorar y de estar triste.
Sonríe y aprenda a estar feliz.
Sonreír aumenta el sentido del humor y mejora
este mundo en que vivimos.
Aprende a estar más alegre y tu vida va a cambiar.
Ánimo y confía que con Dios todo es posible, pues
CON ÉL... TÚ ERES ES ¡INVENCIBLE!
Mons. Rómulo Emiliani, cmf
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