Buscando la luz
Reflexiones creyentes


Inicio
Enviar artículo

Acerca de
Suscríbete al blog

Categorías
General [4] Sindicar categoría
Comentarios al Evangelio [747] Sindicar categoría
Reflexiones creyentes [42] Sindicar categoría
Testimonios [6] Sindicar categoría
Textos [8] Sindicar categoría

Archivos
Mayo 2010 [5]
Abril 2010 [5]
Marzo 2010 [7]
Febrero 2010 [6]
Enero 2010 [16]
Diciembre 2009 [22]
Noviembre 2009 [19]
Octubre 2009 [19]
Septiembre 2009 [6]
Agosto 2009 [8]
Julio 2009 [4]
Junio 2009 [15]
Mayo 2009 [20]
Abril 2009 [25]
Marzo 2009 [24]
Febrero 2009 [22]
Enero 2009 [24]
Diciembre 2008 [27]
Noviembre 2008 [24]
Octubre 2008 [26]
Septiembre 2008 [17]
Agosto 2008 [24]
Julio 2008 [23]
Junio 2008 [30]
Mayo 2008 [30]
Abril 2008 [30]
Marzo 2008 [31]
Febrero 2008 [29]
Enero 2008 [31]
Diciembre 2007 [31]
Noviembre 2007 [29]
Octubre 2007 [31]
Septiembre 2007 [25]
Agosto 2007 [20]
Julio 2007 [30]
Junio 2007 [31]
Mayo 2007 [29]
Abril 2007 [12]

Sindicación (RSS)
Artículos
Comentarios

 


30 de Septiembre, 2007


Pueblos ricos y pueblos pobres

(Lc 16,19-31):  En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Hasta los perros venían y le lamían las llagas.

»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’.

»Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».

Personas ricas, personas pobres. Pueblos ricos, pueblos pobres. Hoy todos los informes mundiales nos hablan de que la diferencia entre unos y otros es cada día más abismal. Y que la causa de muchos y grandísimos males que amenazan a a nuestra sociedad está en esa brutal diferencia a la que hay que poner remedio.

Diferencia que ya existía en tiempos de Jesús, y frente a la cual hoy nos pone en alerta con el texto del hombre rico y del hombre pobre. Diferencias sociales que no parecen precisamente gustarle, pues fundamentalmente nadie como El sabe que todos somos hijos del mismo Padre, y que entre hermanos no deben existir estas sangrientas realidades. El relato evangélico de hoy es un símbolo de nuestra sociedad actual, y, como tal, son una llamada a nuestra conciencia.

A gran parte de nosotros nos ha tocado vivir en la parte cómoda o rica de nuestra sociedad, y no podemos aceptar con la misma comodidad esa realidad asistiendo impasibles a la misma, como si de un espectáculo televisivo se tratase.

Personal e individualmente podemos no ser ricos, pero ¿somos conscientes de que existe otro mundo diferente al que nos movemos? Un mundo de escasez, de privaciones, de miseria, de hambre, de enfermedad. Un mundo que igual no está tan lejos de nosotros, puede que en el barrio extremo de nuestra ciudad, o en la casita de la calle de más abajo o detrás de esa puerta donde vive una familia cuyos miembros están en el paro laboral. Y un mundo más allá de nuestras fronteras donde sólo se da la explotación de las personas y de los pueblos, donde algunos optan por escapar y flotan sobre las aguas en busca de comida y de un dinero para mandar a los suyos, y donde muchos de ellos mueren en el camino, o son mal recibidos o no se les recibe, a veces por miedo a que coman parte de lo nuestro que igual es de ellos por justicia. De estas cosas y algunas más puede que nos hable el Evangelio de hoy, si queremos abrir los oídos de nuestro espíritu y hacer algo, aunque solo sea decir estas verdades ante los conocidos para despertar las conciencias, firmar documentos de solidaridad con las víctimas de estos problemas y arrimar nuestro hombro cuando fuere necesario.

 

Por María Consuelo Mas y Armando Quintana - 30 de Septiembre, 2007, 11:59, Categoría: Comentarios al Evangelio
Enlace Permanente | Referencias (0)




<<   Septiembre 2007  >>
LMMiJVSD
          1 2
3 4 5 6 7 8 9
10 11 12 13 14 15 16
17 18 19 20 21 22 23
24 25 26 27 28 29 30

Enlaces
eGrupos
ZoomBlog

Otros blogs
Para ser diferentes
Pequeñas semillitas
Restauración de lo alto
Testigos del Evangelio

 

Blog alojado en ZoomBlog.com