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No a condenar y a juzgar, sino a salvar

(Jn 3,13-17):   En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él».

 

 

En pocas palabras, Jesús deja bien claro cual es el proyecto de su Padre con respecto a nosotros – las personas y los pueblos: Tanto nos quiere que ha enviado a su Hijo para que nadie se pierda, sino que todos tengamos vida y en abundancia. No ha venido a condenar sino a salvar, no a pedir sino a dar, no ha venido a aprovecharse sino a regalar.

 

Pero para ello tiene que ser levantado. Una forma de hablar, un simbolismo que señala sin género de dudas a la Cruz. Tendrá que ser puesto en la cruz, y dar su vida. Es el gran misterio de la Cruz que tanto cuesta entender y que por otra a muchos escandaliza. Y es que más que un derecho a la vida eterna, es un regalo que se nos ha dado.

 

Por eso, optar por este camino lleva consigo el camino de la cruz, que no es del sufrimiento por el sufrimiento, que no significa cuanto más sufras mas consigues, sino que es el esfuerzo personal, la renuncia al egoísmo, el renunciar a decisiones e intereses tanto personales como de los pueblos que conlleve injusticias, guerras y falta de libertades. Aunque tengamos algo que perder tanto personal como colectivamente, primero está la paz tanto personal como estructural.

 

La fiesta de hoy se nos presenta como la Exaltación de la Santa Cruz, y no nos presenta a nadie doliente ni sufriente, sino triunfante. Alguien que consiguió su objetivo. Al igual hoy nosotros: nuestras pequeñas cruces serían el sufrimiento a mitigar, el hacer el bien, el devolver la paz a nuestros corazones y a este mundo, aunque para ello tengamos también que ser levantados.

 

Por María Consuelo Mas y Armando Quintana - 14 de Septiembre, 2007, 12:39, Categoría: Comentarios al Evangelio
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