
Mt 13,36-43): En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo». Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
»De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».
La buena semilla no la explica como su Palabra o su Mensaje, sino que nos la aplica a los hijos del Reino, a nosotros, haciéndonos portadores de su mensaje y de su Reino. Es a nosotros a quienes ha sembrado por las diferentes partes del mundo para que extendamos los valores de su mensaje. Y además con un mensaje de esperanza, de fruto y de aliento: los obradores del mal son los que serán exterminados. Los hijos del Reino seguirán adelante. Compromiso, confianza y ánimo. Mensajes importantes a recibir hoy en una sociedad dislocada, centrada en si misma, y llena de malas noticias.
Pero la confianza no nos excusa del realismo. Vivimos para sembrar el bien pero instalados en un sistema donde existe también el mal. Ambos coexisten, van casi de la mano, sin darnos cuenta. Es necesario estar atentos, para que los segadores no nos confundan con los sembradores de la injusticia y de la maldad. Ojo avizor, pues. Estado de alerta. Sin perder la confianza, sin perder el ánimo, pero con realismo.
Crecen juntos y a veces lo injusto y lo malo se esconde bajo la apariencia de lo justo y de lo bueno, pero son diferentes. Hay que saber apreciarlos. Nuestra conciencia y nuestro interior serán el sexto sentido que nos ayude a ello, si están avalados por esos encuentros personales, por esa conexión interior con el Maestro que se llama oración, contemplación, ratos de silencio con el Amigo, con uno mismo. En definitiva es actuar buscando el impulso del Reino de Dios en la sociedad, buscando la mayor gloria de Dios, que era el lema de Ignacio de Loyola, cuya fiesta celebramos hoy. Y es que trabajamos para Otro y para otros, no para nosotros mismos. Como nos queremos a nosotros mismos, pero queriendo al tiempo a los demás. Semilla y cizaña, flores y malas hierbas, todo crece al tiempo. A veces no se nota la diferencia. Pero explotemos interiormente ese sexto sentido que hemos mencionado. Nos ayudará a buscar la diferencia.
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