Celebrar un cumpleaños es una ocasión para darse uno cuenta de la vida que he vivido y de la que está por delante. He estado en las manos de Dios y sigo estando, pero somos cada uno de nosotros sus gestores o gerentes. Por eso es una ocasión para, siendo consciente de los propios errores y fallos, dar gracias a la vida y celebrar la Vida que Dios me ha dado y que he administrado.
Gracias porque siempre me has dado el don de preguntarme y preguntar a la vida, de no conformarme con las cosas como vienen sino de intentar buscarle el sentido evitando la rutina en mi vida.
Gracias porque aunque espero un mundo mejor donde no exista el llanto, el luto, el dolor ni la muerte, he querido colaborar para que los que estén a mi lado vivan algo más felices en este mundo haciendo de el un pequeño paraíso en medio de las dificultades.
Gracias, porque a pesar de las tentaciones a las que he estado expuesta, he luchado para no dejarme vender y seguir adelante con los criterios y valores que hace tiempo aprendí en tu Evangelio.
Gracias porque a medida que he ido creciendo en años he ido aprendiendo también cosas nuevas, acostumbrándome a no dejar ningún libro por cerrado sino a abrir capítulos nuevos.
Gracias porque muchas veces he vencido mi orgullo, porque otras tantas he procurado no vivir de los recuerdos sino actualizar mi día a día con los acontecimientos nuevos que van llegando. Gracias porque, aunque a veces me cuesta y me sacan de mi comodidad, he aprendido que no todo tiempo pasado fue mejor, que los jóvenes y sus sueños me pueden enseñar cosas nuevas, que la tecnología y el progreso son buenos compañeros de viaje y ellos me han enseñado a contactar con nueva gente, nuevas amistades y ampliar mi visión de la Iglesia y de la fraternidad.
Gracias porque mirando para atrás entiendo mi vida, pero solo mirando hacia delante puedo y podré seguirla viviendo.
Gracias por haberme dado la oportunidad de estudiar en unos tiempos difíciles para ello, por haber enseñado a defenderse en la vida a mucha gente joven aunque fuera con los números y las cuatro reglas de las matemáticas, porque a muchas me las he encontrado después ya adultas y han sabido agradecer lo que les enseñé.
Gracias por la familia que me diste, por los tiempos difíciles que viví de joven, por los tiempos nuevos sociales y políticos que estoy viviendo ahora, y enseña a los más jóvenes a valorar todo lo bueno que tenemos en nuestro país y que antes solo soñábamos con ello.
Gracias por darme la oportunidad en los últimos años de colaborar estrechamente con una amiga, como una hermana para mí, y echarle una mano en su enfermedad haciéndosela más llevadera y olvidándome de mis achaques. Pero enséñame, porque antes no lo hacían con los que somos ahora mayores, a querernos un poco a nosotros mismos para así poder amar a los demás, como Tú nos enseñaste: como a nosotros mismos.
Gracias porque, como se dicen en http://www.dugraty.com.ar/celebrar_la_vida.htm/
Hay que celebrar la vida… porque todo ser humano nace para ser feliz,
…porque la vida no es lucha ni sufrimiento sino una alegre caminata,
…porque el paraíso existe y está dentro de cada uno,
…porque la sonrisa contagia,
…porque el bien es más fuerte que el mal,
…porque el amor es como el sol, que ilumina y energiza,
…y porque la vida es una fiesta. Por eso trataré los días que la vida me siga regalando
. De amanecer creyendo que este es el mejor día de mi vida
. De sonreír muchas veces y tratar de que otros lo hagan
. De pensar, hablar, desear y hacer el bien
. De ver el lado bueno de las cosas
. De mantener la calma, pero estando atenta
. De ser luz en toda oscuridad
. De decirme silenciosamente, que, para mí, soy la persona más importante del mundo, pero, esencialmente, trataré de ser yo misma, amándome y amando a Dios y a los demás, porque el Amor ha sido, es y seguirá siendo mi ley.
Son muchas las cosas que se me quedan en el tintero. Gracias, Padre, por todo. No te pido nada para mí. Tú me conoces mejor que nadie, y sabes bien lo que necesito. En tus manos y en tus proyectos lo dejo.