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7 de Julio, 2007


Vino nuevo en odres nuevos

( (Mt 9,14-17):  En aquel tiempo, se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan, el vino se derrama, y los pellejos se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en pellejos nuevos, y así ambos se conservan».

 

 

Vienen a conversar con Jesús con un mucho de curiosidad, no cesan de preguntar. Una buena manera de revisar nuestras conversaciones de hoy en la actualidad con el Maestro. Porque El tampoco deja de responder, como a los discípulos de Juan. Porque estar con El implica confianza, cercanía, amistad, alegría. Es como una fiesta: los invitados a la boda no están tristes cuando el novio está con ellos.

 

Hay cosas que vamos acumulando con la vida, con la cultura, con la historia, con las rutinas de cada día que las vamos considerando como esenciales, y sin embargo son cambiantes. Por eso Jesús no quiere hacer remiendos en paños viejos, sino que viene a traer aires nuevos, vino nuevo, tiempos nuevos. Habrán, eso sí, momentos de esfuerzo, de cambios personales, de renuncias, de dificultades, de ayuno, pero todo ello en el contexto de un tiempo nuevo –vino nuevo en odres nuevos-, y el vino siempre significa amistad, fiesta, cercanía entre amigos. Es, pues, una llamada a vivir el tiempo de Jesús no como un tiempo de mortificación, sino como un tiempo de esperanza, donde la fe nos invita a esperar y construir ese futuro siendo protagonistas y partícipes en su construcción. Y esa advertencia es permanente: si nuestra historia no es cada día un tiempo nuevo de rebozada alegría interior algo está fallando en nosotros mismos o en nuestra manera anquilosada de entender la vida y la fe.

 

 

 

 

 

Por María Consuelo Mas y Armando Quintana - 7 de Julio, 2007, 12:27, Categoría: Comentarios al Evangelio
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