Jn 16,12-15: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros».
Mucho tengo todavía que decirles. El se lo anunciará a ustedes. Déjense llevar por El, que les guiará hasta la verdad completa.
Pero irá poco a poco, porque ahora no pueden con todo ello. Como si a través de la palabra humana la Verdad que quiere transmitirnos se le quedara corta, como si no fuera capaz de contener todo su mensaje, o como si nosotros no fuéramos capaces de poder absorber todo lo que El nos quiere indicar.
Es una llamada a permanecer con el corazón abierto y disponibles desde la escucha interior. Ni todo está dicho ni todo está escrito. Abiertos a la Vida, que, de alguna forma, también nos habla a través de los acontecimientos, de los hechos y situaciones siempre cambiantes. No vivimos hoy las mismas circunstancias sociales y ambientales que se vivían en tiempos de Jesús. Puede que hoy también nos esté el Espíritu indicando cosas de las que debemos preocuparnos a través de la realidad actual, a la que siempre hemos de estar atentos. Es lo que en las últimas décadas, sobre todo después del Concilio, se nos ha insinuado de estar atentos a los signos de los tiempos. Unos tiempos cambiantes donde el Espíritu sigue moviéndose, el mensaje de amor, de fraternidad, de libertad interior puede seguir siendo el mismo; las formas de concretarse, las exigencias a nosotros, las luchas a realizar, las acciones a ejecutar, los cambios a realizar tanto en nosotros como en la realidad social que nos rodea pueden ser diferentes. Por eso hay que estar atentos: “Recibirá de lo mío y se lo anunciará a todos ustedes”. Igual ahora no podemos con todo, pero sí que podemos estar abiertos mentalmente a la vida que se desarrolla y evoluciona a nuestro lado, donde nos toca vivir el mensaje siempre eterno del mismo Dios. De un Dios que sigue hablando, a través de su Espíritu, de múltiples modos y maneras
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