Jn 16,5-11: En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ‘¿Adónde vas?’. Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando Él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado».
Les conviene que Yo me vaya. Como si de esa manera fuera a estar más presente en todos nosotros. Como si la esperanza fuera una realidad más intensa que nos inundara.
Son las vísperas de la Ascensión. Sin embargo, no hay motivos para estar tristes, la tristeza no debe adueñarse de nosotros. El mensaje cristiano es un mensaje optimista. No nos debe alejar de la realidad –convencerá al mundo en lo referente al pecado-, pero no nos debe quitar la esperanza de seguir trabajando en el mismo ideal –porque el Príncipe de este mundo ya está juzgado-.
Habiendo experimentado al cien por cien la realidad humana en su vida y en su historia, entiende también de separaciones y de despedidas, y del dolor y tristeza que ello origina. Pero es consciente de que su misión ha terminado. Como dicen los psicólogos de hoy se ha cerrado un círculo o capítulo de la vida, y comienza otro. La vida es una sucesión de capítulos. La cuestión está en saber cerrar bien el que acaba, para abrir con sosiego el que comienza.
En este caso, el nuevo capítulo va a ser mejor que el anterior. “Vendrá para estar con ustedes el Consolador”. Será nuestro defensor, quien nos anime e impulse en los momentos en que lo necesitemos. Habrá que seguir comprometiéndose y esforzándose, pero no vamos a estar solos. Un nuevo capítulo se abre para nuestras vidas con nuevas garantías. Nos las trae su Espíritu.
|