Jn 15,18-21): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Su fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también guardarán la vuestra. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado».
“No son de este mundo”. Nos ha elegido de este mundo, nos envía al mundo a dar testimonio suyo, pero nos recuerda que no somos de este mundo. ¿Juego de palabras? ¿Contradicción?
Nos ha sacado de la realidad de cada día, con sus cosas buenas y sus cosas malas, y nos ha elegido para enviarnos a esa misma realidad con la finalidad de transformarla, de hacerla cada día más parecida a sus valores, a los valores de los que nos habla en el Evangelio.
Pero no somos del mundo, no somos de los valores de este mundo, no somos del sistema de este mundo. Para cumplir nuestra tarea no podemos dejarnos llevar por los criterios de este mundo. Es decir, no nos vale lo más cómodo, no vale el poder que oprime, no vale la injusticia, la corrupción, la desigualdad, el tener más que los demás, la falta de utopías, el aprovecharse de los otros tanto de las personas como de los grupos,… Por eso nos dice, que nos esperan dificultades, sufrimientos, cruces. Porque lo cómodo es seguir los criterios del sistema por el que parece que en aquel momento y en éste se rige nuestro mundo.
Líbranos, Señor, de estos falsos valores que hemos mencionado anteriormente y de otros tantos que están en nuestra mente. Danos el valor para luchar contra ellos. Estar contigo es también luchar contra el mal, contra el que está en nuestro interior, contra el que está en otros, contra el que está organizado que también hemos de darnos cuenta de ello y no ser tan ingenuos. Imprégnanos, Señor, del valor de la fraternidad que tanto nos enseñaste y haz que nuestros pasos se guíen por dicho valor fundamental, oponiéndonos por sistema a todo aquello que la empañe. Libra a este mundo de esos valores que nos están haciendo caer en el paro que nunca acaba, en las drogas, cualquier tipo de ellas, que corrompen y destruyen, en la inseguridad que nos impide movernos como iguales y hermanos. Y danos los valores opuestos, que son los tuyos, para hacerlos presente pese a quien pese, luchemos contra lo que tengamos que luchar. No importa que se rían, que nos digan trasnochados: Estamos por el valor de la fraternidad, único que podrá hacer posible tu Reino, que no obedece a los patrones y sistemas de este mundo.
|