(Jn 10,1-10): En aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.
Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Son reconfortantes las palabras de Jesús: "el pastor llama a cada oveja por su nombre", luego añade que las ovejas reconocen su voz. Sí, pero más llama la atención que El distinga a cada una en particular, que no sean un rebaño, sino esta y esa y la otra y las de más allá.
Y esto llama la atención de un modo especial ahora, en que para la sociedad estamos señalados por ser de este grupo o del otro, de derechas o de izquierdas, de letras o de ciencias, de Brasil o de Nigeria, de color ó sin él, de izquierdas o de derechas ... ¡da lo mismo !
Formamos parte de uno de esos muchos colectivos, como ovejas de un rebaño, pero no precisamente del que pastorea Jesús. El nos conoce, para El todos somos únicos, cada uno con su particularidad, con sus problemas, con sus deseos, con sus miedos, con sus fracasos .Somos algo más que un grupo, somos cada uno distinto de todos los demás.
El nos conoce por nuestro nombre, y nosotros le seguimos, por que conocemos su voz, y podemos decir, como el apóstol: ES EL SEÑOR.
Todas estas acciones gratuitas por su parte tienen también un compromiso por la nuestra: entrar por la puerta, de frente, no rodeando ni saltando la cerca. Y para ello hay que conocer su voz, lo que siempre decimos de escuchar su Palabra. Y una vez más lo deja claro: la puerta es el mismo Jesús.
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